Una educación hacia el ser humano del
futuro
La pregunta
central que tiene que contestar cualquier propuesta educativa es: ¿Para qué
preparamos a las nuevas generaciones? Y para contestar esta pregunta la
propuesta se basa explícita o implícitamente en un concepto del ser humano.
Si el principal
objetivo de la educación es preparar a los niños y jóvenes para integrarse a un
mundo económico en el cual predomina la competencia brutal, en donde una
minoría pequeña ni sabe que hacer con sus riquezas, mientras que la mayoría
lucha para sobrevivir el siguiente día. Si este es el objetivo principal de la
educación entonces se tiene un concepto del ser humano como máquina, como
animal, a lo mejor racional, movido únicamente por instintos y formado
pasivamente por su entorno, por la supuesta realidad uniforme. Esta forma de
educación se basa en una visión racionalista o positivista, en una psicología
conductista, que niega todo mundo interno del ser humano.
Si el principal
objetivo de la educación es preparar a los niños y jóvenes para que aprendan
nuestros valores, nuestras conductas, nuestras formas de vida. Si este es el
objetivo principal de la educación entonces se tiene un concepto que niega lo
histórico del ser humano. Se intenta reproducir un pasado que ya no existe en
el mundo de hoy, se trata de imponer valores y modelos que ya no sirven en un
mundo de cambios acelerados, se niega la dialéctica de generaciones.
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